Erase una vez una Navidad cualquiera, en la que Danel y Nuria pidieron a los reyes magos que les trajeran un perrito. Como ese año los dos habían sido muy buenos Melchor, Gaspar y Baltasar les trajeron un pequeño pastor belga al que llamarían Monty. Aquellas estaban siendo las mejores navidades que pudieran recordar jamás los dos pequeños.
La navidad pasó rápido y Monty enseguida se acostumbro a sus nuevos dueños. Era un perrito juguetón, travieso. A veces mordía y arañaba las esquinas de las paredes de yeso de la pequeña casa de los García. Pero se lo perdonaban todo porque era tan mono...
Pasado un año, MOnty se había convertido en un perro grande, pero aún era jovén y tenía mucha energía.
Sus dueños se estaban empezando a cansar de llevarle al veterinario, de sacarle a pasear, de recoger sus cacas, de estar pendientes de la comida...etc y Monty empezó a notar como le regañaban por todo, como le apartaban, como le rehuían. Era un perrito joven, pero no era tonto. EL se mostraba todo lo mimoso que podía, pero sus dueños no entendían esa actitud.
Un buen día, Manel, el padre de Danel y Nuria montó a Monty en su coche y condujo durante horas hasta un descampado a las afueras de Barcelona.
Una vez allí bajó a Monty del coche, cerró las puertas y se volvió a casa.
Monty estaba allí solo, en la oscuridad de la noche, llorando y pidiendo ayuda. Pero nadie acudió en su busqueda.
Dos días más tarde Manel tuvo una terrible pesadilla y despertó a Montse, su mujer.
-Cariño, creo que nos hemos equivocado, no debíamos haberle dejado ahí solo. Se va a morir.
.No te digustes, seguro que se lo ha quedado ya el dueño de alguna masía y está estupendamente al calor de la lumbre.
Pero Manel no podía dejarlo estar porque en su sueño se le apareció el cuerpo sin vida de MOnty tirado en un terraplen. Se levantó de la cama, y decidó ir a buscarlo en plena noche.
Cuando llegó al sitio donde lo había abandonado días antes llamó al can con voz desesperada:
-Monty ¿dónde estas?, perdoname por favor. He sido un necio. Monty, MOnty.
De repente pudo oir un pequeño ruido que según pasaban los segundos se iba acrecentando. Y de la nada apareció Monty con cara demacrada y ojos llenos de pena. Se quedó quieto mirando a aquel traidor.
-Te suplico que me perdones, he sido una mala persona. Pero puedo recompensartelo si volvemos a casa.
Al final pareció que Monty le dio su voto de confianza endulzado por palabras de ternura y carino y por un acercamiento ligero pero incesante.
Dos días después hubo un incendio en la casa de los García mientras estos dormían. Monty s apresuro a ladrar y a avisarles a todos y casa uno de los miembros de la familia.
Horas despues su viviendo estaba calcinada completamente, pero ellos estaban vivos gracias a aquel ser desinteresado y no rencoroso que volvió a prestarles su amistad y que les salvó la vida.
Monty moriría catorce años después en brazos de una crecida Nuria que le susurraba al odio palabras de cariño y de gratitud por haberles regalado un futuro y su incomparable y fiel compañia.
FIN
La navidad pasó rápido y Monty enseguida se acostumbro a sus nuevos dueños. Era un perrito juguetón, travieso. A veces mordía y arañaba las esquinas de las paredes de yeso de la pequeña casa de los García. Pero se lo perdonaban todo porque era tan mono...
Pasado un año, MOnty se había convertido en un perro grande, pero aún era jovén y tenía mucha energía.
Sus dueños se estaban empezando a cansar de llevarle al veterinario, de sacarle a pasear, de recoger sus cacas, de estar pendientes de la comida...etc y Monty empezó a notar como le regañaban por todo, como le apartaban, como le rehuían. Era un perrito joven, pero no era tonto. EL se mostraba todo lo mimoso que podía, pero sus dueños no entendían esa actitud.
Un buen día, Manel, el padre de Danel y Nuria montó a Monty en su coche y condujo durante horas hasta un descampado a las afueras de Barcelona.
Una vez allí bajó a Monty del coche, cerró las puertas y se volvió a casa.
Monty estaba allí solo, en la oscuridad de la noche, llorando y pidiendo ayuda. Pero nadie acudió en su busqueda.
Dos días más tarde Manel tuvo una terrible pesadilla y despertó a Montse, su mujer.
-Cariño, creo que nos hemos equivocado, no debíamos haberle dejado ahí solo. Se va a morir.
.No te digustes, seguro que se lo ha quedado ya el dueño de alguna masía y está estupendamente al calor de la lumbre.
Pero Manel no podía dejarlo estar porque en su sueño se le apareció el cuerpo sin vida de MOnty tirado en un terraplen. Se levantó de la cama, y decidó ir a buscarlo en plena noche.
Cuando llegó al sitio donde lo había abandonado días antes llamó al can con voz desesperada:
-Monty ¿dónde estas?, perdoname por favor. He sido un necio. Monty, MOnty.
De repente pudo oir un pequeño ruido que según pasaban los segundos se iba acrecentando. Y de la nada apareció Monty con cara demacrada y ojos llenos de pena. Se quedó quieto mirando a aquel traidor.
-Te suplico que me perdones, he sido una mala persona. Pero puedo recompensartelo si volvemos a casa.
Al final pareció que Monty le dio su voto de confianza endulzado por palabras de ternura y carino y por un acercamiento ligero pero incesante.
Dos días después hubo un incendio en la casa de los García mientras estos dormían. Monty s apresuro a ladrar y a avisarles a todos y casa uno de los miembros de la familia.
Horas despues su viviendo estaba calcinada completamente, pero ellos estaban vivos gracias a aquel ser desinteresado y no rencoroso que volvió a prestarles su amistad y que les salvó la vida.
Monty moriría catorce años después en brazos de una crecida Nuria que le susurraba al odio palabras de cariño y de gratitud por haberles regalado un futuro y su incomparable y fiel compañia.
FIN